Pues sí,
han sido millones de pesos en equipamiento, patrullas de super lujo, que en
realidad éstas últimas no ameritan tanto, porque al final de cuentas brindan el
mismo servicio que cualquier otro vehículo de motor de menor precio, como el
hecho que es inadmisible que la Policía Estatal haya introducido autos marca
Hummer para meterlas de patrullas, porque para empezar son vehículos sumamente
costosos que sólo sirven para apantallar a los demás, asimismo es demasiado
pesado y no tiene el desplazamiento como para comenzar alguna persecución; ¿o
qué acaso no sería mejor comprar autos comerciales de 6 cilindros, austeros,
que cubran con las necesidades primordiales de la seguridad pública que al
final de cuentas no otorgan?.
Por otra
parte, la austeridad debe comenzar por los propios mandos superiores, ya que es
de dominio público que el Secretario de Seguridad Pública Estatal, General
Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, tiene asignada una camioneta de pasajeros tipo
suburban de reciente modelo, aparte dos patrullas tipo Jeep como escoltas, dos
motocicletas y una Dodge Charger; consideramos que es demasiado, aunque sea
peligroso su trabajo; hay que recordarle que todavía no hace mucho tiempo,
aquellos buenos Jefes de Policía tenían asignadas una misma patrulla al igual
que los demás elementos, sólo que era identificable por el No. 0001 que
indicaba que era el titular de la corporación y todavía ya muy exagerado, sólo
contaba con otra patrulla que le servía de escolta con dos elementos, o aunque sean
cuatro.
Mientras
tanto las colonias de la periferia e incluso la misma zona centro de la ciudad
se encuentra en total abandono, no se diga por la misma irresponsabilidad de
los elementos policíacos municipales que de plano, les vale madre y abandonan
la vigilancia, sólo por tomarse su tiempo y acudir hasta más de cinco patrullas
con varios oficiales a tragar algún lugar que por lo general siempre son los
mismos, por las tardes en la marisquería ubicada sobre la Calle Petróleos
Mexicanos No. 219, entre Valladolid y Libertad, donde estacionan las unidades
oficiales sobre el camellón, lugar prohibido; por las noches, a un puesto de
tacos ubicado en Calle Melquiades Moreno esquina Norberto Gómez de la Colonia
Gremial.
El caso
es que los robos, asaltos, cristalazos y demás delitos del fuero común están
siendo olvidados por ambas corporaciones policíacas, porque en la actualidad
nadie ha estado exento de ser atracado o haber sido víctima a manos de la
delincuencia, en distintas maneras y magnitudes, pero la Policía brilla por su
ausencia; lo peor del caso es que los mismos oficiales saben de antemano dónde
se esconden esos hampones, que por lo general siempre son los mismos y son
plenamente identificables por su modus operandi.
Ejemplo:
Las autoridades municipales han hecho caso omiso sobre una finca abandonada que
se ubica sobre la Calle Río Pirules, exactamente entre las Calles Marina
Nacional y Libertad, de la populosa Colonia San Pablo; misma que es un foco
rojo latente que pone en peligro a todos los habitantes de la colonia antes
mencionada y de otras aledañas que también han sentido el rigor de esas lacras;
dicha finca es utilizada como guarida para drogarse, introducir artículos
robados y demás hechos delictivos que atentan contra los intereses, integridad
y moral de la ciudadanía.
Incluso,
las patrullas comisionadas en esta zona, no se atreven a efectuar el rondín
completo; es decir, sólo se concentran en circular con la patrulla sobre las
principales calles como Petróleos Mexicanos, Valladolid, Marina Nacional,
Libertad, Aquiles Serdán, Ignacio Zaragoza, pero jamás se atreven a
inspeccionar la mencionada finca de la Calle Río Pirules, bajarse de la unidad
oficial para introducirse a la misma con lámparas y verificar que no se
encuentre nadie.
No, para
nada, eso sería demasiado pedir, mayormente que el fuerte de las corporaciones
policíacas, llámese Municipal y Estatal, es dedicarse a quemar gasolina en las
patrullas paseándose, acudir a tragaderos a degustar comida en horas de
trabajo, abandonando la vigilancia; y si nos referimos a los altos mandos, pues
ahora en la actualidad es un lujo portar los vehículos que ellos traen,
ordenando y mandando, pero de ninguna manera inspeccionando que realmente se
cumpla con la encomienda que se les dio, ya sea por la Alcaldesa o por el Jefe
del Ejecutivo.
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