DE POLITICA Y COSAS PEORES
POR ARMANDO CAMORRA.- Ingenuo
es preguntar si la detención de Elba Esther Gordillo tiene fondo político.
Todos los actos de un político -decir esto es perogrullada- son políticos. La
política no es, como el derecho, actividad fincada en un "por", sino
en un "para". El ejercicio del derecho consiste en actualizar una
consecuencia derivada de una acción. En la política en cambio, se lleva a cabo
una acción para buscar determinada consecuencia. En este caso, político, que no
jurídico, la señora Gordillo no fue aprehendida porque usó en su provecho
fondos del sindicato de maestros. La medida que contra ella se tomó fue dictada
para allanar el camino a acciones que el Gobierno busca conseguir. Obviamente
es necesario dar forma jurídica a esa detención, pero aquí lo que importa no es
lo que sucedió durante el dominio de la lideresa, sino lo que se busca que
suceda, para lo cual era necesario sacarla del camino. En primer lugar se da un
golpe de fuerza para impedir cualquier intento de estorbar la reforma
educativa. El Estado recobra el control de la actividad educativa que las dos
administraciones panistas entregaron de plano a la lideresa de los profesores.
Luego -y esto es lo más importante- la medida dictada contra Elba Esther Gordillo
constituye una advertencia dirigida a quienes podrían oponerse en cualquier
forma a las otras reformas estructurales anunciadas ya por el régimen actual,
especialmente la energética. No es casual que el nombre de Carlos Romero
Deschamps, líder del sindicato petrolero, haya sido mencionado al parejo del
nombre de la profesora. (Es obligada aquí la cita del refrán: "Si ves las
barbas de tu vecino cortar..."). Desde luego la fuerza del Estado se
aplica sólo en relación con los suyos, aquéllos que han derivado su poder del
propio Estado. Será difícil que medidas como ésta se impongan a quienes
presiden otros poderes fácticos, los derivados del dinero. Desde luego hoy por
hoy es impensable que de esos magnates derive cualquier oposición contra el
Gobierno: sus intereses son coincidentes. Aun así es elogiable que el Estado
corrija los excesos en que han caído los pequeños monstruos que ha creado. La
señora Gordillo correrá la misma suerte de Carlos Jongitud: los profesores no
meterán las manos al fuego por ella, ni ninguna otra parte corporal. Con la
sumisión -quise decir disciplina- que los caracteriza acatarán la consigna que
se les dicte, y que obviamente saldrá de la Presidencia. El error de la maestra
fue el de la criatura que comete el fatal yerro de pensar que puede desafiar a
su creador. Producto del Estado, la lideresa supuso equivocadamente que podía
enfrentarse al Estado. Pudo hacer eso mientras el gobierno estuvo en manos de
quienes no sabían ejercerlo cabalmente. Debió irse en el momento mismo en que Peña
Nieto asumió la Presidencia; debió dejarle el campo libre para cualquier
reforma, y llegar con él a un acuerdo que le permitiera gozar en paz sus días y
sus dineros. Ese acuerdo sólo habría podido fincarse en la rendición
incondicional, en la entrega absoluta del control sobre su sindicato y su
partido. La señora Gordillo, cegada por su poder y su riqueza, deleznables
ambos, no entendió que los tiempos habían cambiado ya. Quiso actuar con Peña
Nieto como actuó con Fox y Calderón. Ese fue su mayúsculo error. Con el
fulminante ucase que dictó contra Gordillo el Presidente mató varios pájaros de
un tiro. Dio a ver su autoridad de Presidente; atendió un reclamo nacional
provocado por la corrupción de la maestra y por su dirigencia vitalicia del
magisterio, y -sobre todo- plantó cimientos firmes para las ulteriores reformas
que se propone hacer. Hay Presidente... Dos consideraciones adicionales. Habrá
que conocer la averiguación previa a la orden de aprehensión dictada por la PGR
contra la profesora, a fin de determinar desde un punto de vista estrictamente
jurídico -la formalidad es necesaria- qué fue lo que llevó al Gobierno de la
República a erigirse por sí mismo en defensor de los maestros y del patrimonio
del SNTE, con injerencia en la vida interna de la organización. Luego, no es
riesgoso aventurar que habrá un cambio radical en la estructura de ese
sindicato, pues los patrones de los profesores son los Estados de la
Federación, y quizá se busque que haya un sindicato por cada uno de ellos, y no
un sindicato único que los agrupe a todos. "Poderoso sindicato...",
son las primeras palabras del himno del SNTE. Desde el punto de vista
gubernamental no es conveniente quitar a un monstruo para que al paso del
tiempo surja otro, como sucedió con la señora Gordillo después de Jongitud.
Debemos esperar nuevos acontecimientos... FIN.
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