Todo resultó ser una pantomima más a las que están
acostumbrados ejercer esos dizque servidores públicos, mismos que pretenden
jugarle el dedo en la boca a la ciudadanía que paga excesivos impuestos y que
no ve resultados positivos en nuestras flamantes autoridades de elite; sobre
todo en lo que respecta al Poder Ejecutivo de Aguascalientes.
Porque para más desgracia de la ciudadanía local, en las
últimas administraciones estatal y municipal, ha tocado el turno de gobernar a
personas que se les olvida sus orígenes, a tal grado que es prácticamente
imposible lograr audiencia con los altos mandos; por ello, se ha perdido todo
tipo de confianza que pudiera haber existido entre la sociedad y gobiernos de
la ciudad.
Uno de los casos en particular que ha traído decepción
tras decepción entre la opinión pública, es que el todavía Secretario de
Seguridad Pública Estatal, General Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, y decimos
todavía, porque este señor está en veremos si continúa al frente de la
mencionada secretaría, ya que le salieron mejores propuestas de otro Estado y
todo parece indicar que lo está meditando muy en serio cambiar de residencia;
pues este militar en su momento se comprometió a retirar de la vía pública a
toda clase de vividores, oportunistas y agresivos sujetos que se han apropiado
de calles, cruceros y demás espacios, mejor conocidos como franeleros.
Tales franeleros tienen acaparada toda la ciudad, sobre
todo en aquellos puntos donde son plenamente identificados como redituables
para ellos; incluso, aún cerca de oficinas municipales y estatales, como
sinónimo de burla hacia las autoridades; el vivo ejemplo son la caterva de
malenates que se han apropiado de la Calle J. Refugio Velasco del Barrio La
Purísima, exactamente a un costado donde se encontraba la Procuraduría General
de Justicia, dicha pandilla de drogadictos apartan espacios públicos con toda
clase de obstáculos, exigiendo una cuota fija a los automovilistas que tienen
la necesidad de estacionarse por esa calle, de lo contrario el conductor se
verá expuesto a ser víctima de algún daño intencional ocasionado por esa gavilla
de delincuentes.
Otro caso muy, pero muy particular, y como muestra que
realmente no ejercen esa ocupación de franelero por hambre o necesidad, sino
sólo por holgazanes que pretenden hacerse vivir a costillas de los demás sin
trabajar, y para obtener para el vicio; es un sujeto con apariencia de
delincuente que se ha apropiado de la Avenida Heroico Colegio Militar esquina
con Alameda, quien desde muy temprana hora arriba al mencionado crucero a bordo
de su automóvil propio, estacionándolo sobre Heroico Colegio Militar y comenzar
apartar lugares, ya que dicha avenida es ocupada por aquellos que tienen la
necesidad de acudir a la Secretaria de Finanzas del Estado, Delegación del IMSS
o Unidad de Medicina Familiar No. 8.
Pues este sujeto agrede a las personas que no quieren
pagarle por un espacio en la vía pública; incluso, ni siquiera les permite
estacionarse como si él fuera el dueño de la calle; sin embargo, pasan unidades
de la Policía Municipal y estatal y nadie se atreve a retirar a ese sujeto del
lugar, pese a que dicha actividad que ejerce se le denomina vagancia, que bien
pudiera ponerse a trabajar de lo que sea y no estar a la espera de dinero
fácil.
Otros pedigueños que se encuentran perfectamente
ubicados, son un par de jóvenes que se colocan en el crucero que conforman el
Boulevard a Zacatecas y Canal Aglaya, o en otras ocasiones sobre Avenida
Convención Poniente esquina Calle Guadalupe, quienes pretenden caracterizar a
dos luchadores enmascarados y hacen toda clase de acrobacias, pero lo interesante
del asunto es que se debe investigar porqué no estudian esos jóvenes o en su
caso deberían tener un trabajo formal, de lo que sea.
No puede ser que la ciudadanía se encuentre expuesta a
ser vejada, ofendida y hasta agredida físicamente por parte de esa clase de
pedigueños que se han apropiado de la vía pública, con la triste realidad que
no existe poder humano, mucho menos oficial que logre someterlos al orden
retirándolos de las calles; no se diga a los famosos limpiaparabrisas, que en
su mayoría se trata de personas entre los 30 y 40 años de edad; es decir,
hombres que bien pudieran trabajar de lo que sea, hasta de cargadores si es que
en realidad tienen necesidad, pero es de dominio público que esa gavilla de
vividores lo único que le interesa es obtener dinero fácil a través de limpiar
vidrios a la brava unas cuantas horas, de esta manera obtiene jugosas ganancias
sin esforzarse; dinero suficiente para comprar el alcohol o en su defecto la
droga a la que están acostumbrados consumir.
Todo resultó ser una llamarada de petate de las
autoridades dizque encargadas de cuidar la integridad e intereses de la
sociedad aguascalentense; una sarta de mentiras, que al final de cuentas ya se
va.
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