Una atmósfera enrarecida se respira
en todos los rincones de la vida interna del PAN. El viernes pasado se dio a
conocer una grabación ilegal en donde el senador Ernesto Cordero le pide al
diputado Fernando Rodríguez Doval “hundir” al presidente nacional del PAN,
Gustavo Madero, y al coordinador de los diputados, Luis Alberto Villarreal, al
considerarlos “ladrones” y “abusivos”.
El panista Ismael Pérez Ordaz,
alcalde de Celaya, Guanajuato, profundizó la crisis interna al ser “balconeado”
a través de un audio que desnuda la red de “moches” a cambio de asignaciones
presupuestales que implican a diputados del blanquiazul y a empresas de
gestoría y constructoras. Días después de darse a conocer esta información,
rechazó revelar quién le pidió “moche”, descartando al mismo tiempo la
posibilidad de presentar una denuncia penal.
Todo lo anterior ha evidenciado la
“guerra sorda y de baja intensidad” que se vive hacia el interior del PAN desde
la partida de Felipe Calderón de Los Pinos. Ante el escándalo mediático que se
ha desatado, panistas fieles a Madero y Cordero han cruzado acusaciones,
dañando de manera profunda la imagen del partido ante los ciudadanos.
El diputado Villalobos, cercano a
Luis Alberto Villarreal y al presidente nacional del PAN, ha descalificado al
ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, diciendo que el grupo del ex
aspirante presidencial sólo busca “influenciar y desestabilizar” la unidad que
ha tenido la fracción panista en la Cámara de Diputados, tal y como se hizo en
el pasado en el Senado.
En contraste, el senador Javier
Lozano, cercano a Cordero, defendió de inmediato a su compañero de bancada,
asegurando que el ex encargado de las finanzas nacionales ha hecho una denuncia
valiente y que siempre ha estado en contra de las “pillerías”, tanto en el
Congreso como en el partido. De igual manera, exigió que el PAN instale una
comisión especial para investigar el asunto, con la condición de que en las
pesquisas no participe Gustavo Madero.
La división profunda que se ha
venido acentuando desde la derrota presidencial de 2012 ha llegado al punto más
crítico de los últimos meses, colocando a compañeros de partido en posiciones
irreconciliables, circunstancia dramática y contraproducente rumbo al proceso
de sucesión que se dará en el PAN en los meses por venir.
En esta columna, desde el 20 de
noviembre, señalé que la denuncia presentada por la agrupación “Panistas por
México”, integrada por ex gobernadores y ex dirigentes nacionales del partido,
en contra del diputado Villarreal debía investigarse por razones de interés
público. La realidad nos demuestra que el escándalo mediático no ha derivado ni
en investigaciones al interior del partido ni en pesquisas de la autoridad
ministerial.
La profunda crisis política y de
valores que experimenta el PAN contrasta con su actitud constructiva y
definitoria en la aprobación de las reformas que el país experimentó durante
2013. Al partido de Gómez Morin pareciera aplicarle la vieja conseja popular
que reza: “Candil de la calle y oscuridad de su casa”.
BALANCE
Cada escándalo de corrupción que no
es aclarado contundentemente, lastima de manera irremediable la percepción de
los electores sobre los temas públicos. En un país desconfiado, por su historia
y abusos de sus gobernantes, está en el interés de todos que un partido tan
importante como el PAN resuelva “pacíficamente” su guerra civil, sin que esto
signifique impunidad para quienes han quebrantado la ley.
2015 representará, para la
oposición, una oportunidad irrepetible para generar contrapesos a la fortaleza
política y eficacia que ha demostrado el partido en el gobierno. No obstante,
eso no será posible si PAN y PRD continúan en la ruta de la división y la
discordia interna. Como diría Churchill: “Sería una gran reforma en la política
el que se pudiera extender la cordura con tanta facilidad y tanta rapidez como
la locura”. Ojalá que el PAN ajuste cuentas con velocidad y pulcritud. No hacerlo sería una
locura.
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